El modelo low cost: ventajas, desventajas y posibilidades

La crisis económica ha sido demoledora con la capacidad adquisitiva de las familias. El vaciado de los bolsillos de los consumidores ha traído consigo un impulso al modelo de negocio low cost en la hostelería u otros englobados en el sector servicios. Su implantación como guía para el negocio tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Los analizamos, junto a las posibilidades y cuáles deberían ser los puntos a tener en cuenta antes de dar el paso.

Antes de detenernos en los pros y contras, hay que romper una lanza respecto a este tipo de negocios que, aunque ahora han vivido una nueva ‘edad de oro’, no son nuevos en el ecosistema empresarial. Romper una lanza frente a las críticas que reciben por sistema debido a la calidad de sus servicios o productos o de la competencia ‘desleal’ que ejercen sobre el resto. Nada más lejos de la realidad. Se trata de negocios que plantean una oferta complementaria que trata de buscar un nicho de mercado distinto y, por tanto, no acarrean la exclusión de nadie.

Ventajas y desventajas

Entrando a analizar este modelo de negocio, como decíamos al comienzo tiene sus ventajas y sus dificultades para ponerlo en práctica. Ni es sencillo, ni es una fórmula mágica con la que conseguir rentabilidad de la noche al día. Sí tiene pros que se podrían resumir en dos:

  • Adaptación al entorno. Se trata de amoldarse a la realidad de un nutrido grupo de consumidores que han visto cómo su capacidad adquisitiva se ha visto seriamente mermada y que, pese a todo, tienen que seguir gastando, aunque con un mayor control. Reducir de forma considerable los precios respecto a la media del sector da oportunidad a este segmento de población de acceder a productos y servicios.
  • Posibilidad de crecimiento. Por un lado, en un momento como el actual el modelo permite un mayor potencial de crecimiento en ventas, aunque eso no signifique necesariamente mayores beneficios.

Sin embargo, al otro lado hay inconvenientes o, más bien, dificultades que pueden ser decisivos a la hora de poner en marcha un negocio con esta filosofía. Destacaría dos fundamentales:

  • El imprescindible control (estricto) de los costes. Hay quien dirá que es un principio que también se puede aplicar al modelo tradicional, pero en este caso el aquilatamiento debe ir mucho más allá. Reducir el precio hasta en un 30% respecto a la media del mercado implica un esfuerzo ímprobo.
  • Riesgo de empeoramiento de la calidad. Tratar de ajustar los márgenes a costa de la calidad del producto o servicio final es ‘pan para hoy y hambre para mañana’. Caer en ese error es una tentación.

Principios básicos

Partiendo de este análisis de fortalezas y debilidades del modelo, se deberían tener en cuenta una serie de principios básicos, de ingredientes con los que lograr que no sea una utopía y que la reducción de márgenes.

  • Menos oferta, más valor añadido. Un establecimiento hostelero ‘low cost’ no puede pretender, en la mayor parte de los casos, contar con una variedad de carta similar al de un restaurante de gama media. Por eso, es mejor concentrar los esfuerzos en una oferta con menos opciones, pero más trabajada y que permita imprimir un valor añadido de calidad.
  • Costes controlados. Debe ser la obsesión del día a día. Los proveedores, el personal, los gastos de estructura… Planificación al milímetro para que la reducción de precios no se convierta en una trampa.
  • Aprovechar potencial de la red. No sólo a través de la venta online, sino también de las acciones de marketing y posicionamiento, a través de iniciativas ‘de guerrilla’, cuyo coste sea menor, o de un ‘planning’ de contenidos de calidad en torno a la marca.

Conclusión: opción, pero difícil

El modelo low cost no es sencillo. No lo es y para su puesta en marcha se requiere un gran esfuerzo. El ‘bajo coste’ no implica más facilidades sino, justamente, lo contrario. Más innovación para lograr que el precio no sea un impedimento para posicionar al negocio.

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