Diferencia entre valor y precio: el caso Banksy

La percepción del valor que las personas tienen de los productos y servicios que las empresas ponen a su disposición es tan subjetiva que pueden pasar cosas como la que sucedió hace unos días con el artista Banksy en Nueva York. Banksy es uno de los artistas de arte urbano más cotizados a nivel mundial, por no decir el que más, cuyas obras yacen en distintas ciudades del mundo y son admiradas por legiones de fans. Casi todas tienen como factor común la lucha social como fondo de la obra, así como la dificultad para poseer cualquiera de ellas, dado que la mayoría son murales sobre edificios o algún otro tipo de pared de lugares públicos.

Resulta que hace unos días Banksy ha puesto en práctica un curioso experimento que consistía en poner a la venta en un puesto de venta ambulante en la calle diverso material original suyo: lienzos, planchas y otros soportes, así como objetos y herramientas que ha utilizado este particular artista icónico para desarrollar sus obras. Lo que ocurrió fue que la mayor parte de la gente que pasó por delante del puesto de venta callejera en el que se despachaban estos artículos apenas mostró interés por ellos. Sólo a unos pocos transeúntes les pareció una buena idea comprar alguno de ellos, que por cierto, se vendían por un precio bastante razonable.

¿Qué habría pasado si los mismos artículos subirán vendido en eBay anunciando previamente su venta en una campaña promocional? ¿Se habrían vendido todos? ¿Cual habría sido su precio en caso de que fueran subastados?

Cada día aprendemos de mil maneras diferentes que no es lo mismo valor y precio, que los clientes perciben el valor que les aporta cada producto o servicio y en consecuencia están dispuestos a pagar un precio por ello. Aprendemos también que somos humanos y por tanto, el producto o servicio no es suficiente per se y hay que venderlo.

Se necesita algo más, la publicidad, distintos canales de venta, una estrategia de ventas que se nos ocurra, el producto aumentado, son algunas herramientas que las empresas tienen a su disposición para sobrevivir en la jungla de consumo en la que vivimos, en la que en cualquier mercado se pueden encontrar múltiples competidores que están dispuestos a luchar para tener su sitio en el mercado.

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