¿Cómo trabajar las ferias agroalimentarias para que resulten productivas?

En primer lugar, a una feria se puede asistir, principalmente, de dos formas: como expositor o como visitante. Si se decide ir como expositor, hay que tener muy claro qué imagen queremos dar, qué queremos transmitir y cuál es nuestro objetivo, puesto que hacer promoción es la principal beneficio de participar en una feria.

Para ello, habrá que contar con un presupuesto que contemple la contratación del stand, el diseño y montaje del mismo, el personal que va a estar en él, con horarios y objetivos de trabajo.

Aunque muchos piensan que estos eventos sirven para vender, ese no suele ser el beneficio más inmediato. Normalmente, este tipo de encuentros son para hacer promoción de nuestra empresa, realizar contactos y, finalmente, aumentar las ventas. En términos agrarios, las ferias sirven para sembrar, y posteriormente, realizando el trabajo debidamente, se recogen los frutos.

Por ello, tanto si se asiste como expositor o como visitante, el empresario debe tener claro cuál tiene que ser su estrategia para obtener un mayor beneficio de su inversión de tiempo y dinero en la feria.

Agenda previa

Sin duda, la clave fundamental es trabajar la feria antes de asistir a ella. Normalmente, estos eventos poseen un catálogo previo on-line con las empresas expositoras y las jornadas paralelas que se van a llevar a cabo.

Es imprescindible conocer ambos de antemano —se puede descargar de la web de la feria o pedirlo directamente a la organización— seleccionar los expositores a los que queremos visitar y ponernos en contacto con ellos previamente, siempre con la persona adecuada que nos pueda atender, para cerrar una cita durante el evento.

De este modo, nos garantizamos una agenda de trabajo que, aunque posteriormente se pueda ir modificando por el devenir de las circunstancias, sirve para establecer metas y objetivos concretos.

En este punto hay que ser muy respetuoso con el resto de expositores, puesto que ellos están allí, no sólo para atendernos, si no para vender. Por ello, hay que enteder cuáles son sus prioridades para que, posteriormente, nos atiendan debidamente.

Asimismo, también es positivo conocer las jornadas, charlas, presentaciones de producto que se vayan a realizar, por si nos interesa asistir a las mismas y seguir estableciendo contactos. Ç

De otra forma, si se acude al certamen sin tener previo conocimiento de él, la visita se puede convertir en un paseo entretenido, con ciertos encuentros casuales, pero poco productivo para nuestros objetivos.

¿A qué feria ir?

Actualmente son muchas las ferias y eventos agrarios y alimentarios en España. Por suerte, están bastante sectorializados, y algunos de ellos son todo un referente en cada uno de los subsectores productivos.

Por eso, el empresario, en función de sus intereses como visitante o expositor, puede seleccionar muy bien dónde quiere ir y qué le interesa ver.

Así, por ejemplo, la Feria de Zaragoza está especializada en maquinaria agrícola, teniendo como gran certamen FIMA, y todavía más especializado Enomaq y Tecnovid (para las viñas y las bodegas) y Oleomaq y Oleotec (para olivares y almazaras).

En el sector del vino, Fenavin es todo un referente, mientras que en el del aceite de oliva, sin duda la feria española más importante es Expoliva.

En frutas y hortalizas, el certamen Fruit Attraction ha conseguido un gran reconocimiento en los últimos años, mientras que en cuanto a ferias ganaderas FIGAN o la antiquísima Feria de Zafra (con una gran exposición de ganado en vivo) son todo un referente.

En cuanto a agroalimentación, sin duda, la feria más importante para la industria alimentaria es Alimentaria, aunque hay certámenes mucho más pequeños que también se han hecho un considerable hueco en las agendas de los alimentos de calidad, como el Salón del Gourmet.

Boom de ferias

La celebración y organización de una feria supone generación de riqueza para el municipio donde se celebra. El sector hostelero suele ser el principal beneficiario, puesto que aumentan el número de pernoctaciones, comidas, cenas, etc que producen un considerable movimiento económico.

Quizás por ello, hace más o menos diez años se vivió un auténtico boom de ferias regionales y locales, muchas de ellas, financiadas por instituciones públicas. Posteriormente, debido a la crisis económica, muchos de estos eventos han ido desapareciendo, quedando, principalmente los que son rentables y sostenibles económicamente.

Son imprescindibles

Visitar y asistir a ferias siempre suele ser positivo, porque sirve para medir el pulso de un sector, tanto para el expositor, que puede establecer relacionarse directamente con los clientes, como para el visitante, que conoce las últimas novedades que podrían mejorar su negocio.

Asimismo, las ferias, congresos y jornadas generan información que siempre es buena tener en cuenta, y sirve para salir de nuestro árbol y ver el bosque.

Aunque existe un dicho que dice «cada uno cuenta la feria como le va», hay una fórmula para resolver una cuestión que nos planteamos cuando vamos a una feria: ¿cómo se puede saber si es buena o mala? Con un sencillo truco: por la anchura de los pasillos: a pasilllos más anchos, áreas vacías, o stands que no tienen que ver con la temática del certamen (sillones de relajación, sitios de lectura, etc) menos expositores, con lo cual no se ha cubierto la expectativa inicial de la institución ferial; cuando los pasillos son más estrechos revelan que la convocatoria ha tenido una mayor éxito, por lo que la feria es buena.

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